La sobrepoblación carcelaria se duplica cada seis años en prisiones del Estado de México, lo que las ubica entre los centros de reclusión más poblados de Latinoamérica y con peores condiciones de vida para los internos.
ACENTO VEINTIUNO. P. HERNANDEZ.- Los investigadores universitarios de la UAM, Elena Azóala y Marcelo Bergman sostienen que el sistema penal falla no sólo por aplicar la errónea teoría de que mientras más gente haya en cárceles, menos delincuencia se registrará, sino porque el hacinamiento imposibilita la readaptación social.
De acuerdo a los analistas no está totalmente demostrado que encarcelar a delincuentes reduzca la incidencia delictiva. Falta explorar en dónde fallaron las estrategias de readaptación social que llevaron a los otrora primo-delincuentes a ser reincidentes.
"Tenerlos en prisión no inhibe la aparición de conductas criminales, dado que la cárcel está funcionando como centro de operaciones desde donde se organizan actos delictivos", aseguran.
Señalan que la reincidencia criminal se presenta no sólo por la ausencia de reformas, "en el interior de las prisiones están ocurriendo fenómenos que se capitalizan en delitos en el exterior".
Varios centros penitenciarios del Estado de México se encuentran incluidos entre las 30 cárceles consideradas como focos rojos para las autoridades federales, debido a que en ellas se concentra el 50 por ciento de la población penitenciaria nacional.
Los focos rojos de acuerdo al Sistema Nacional Penitenciario se localizan en las prisiones como Neza-Bordo (con 79% de sobrepoblación); la prisión de Barrientos en Tlalnepantla (176% de sobrepoblación), la prisión de Ecatepec (162% de sobrepoblación), y la cárcel conocida como Santiaguito, en el municipio de Almoloya, que depende del gobierno estatal (con 22% de sobrepoblación)
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